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Big [B]Other HOW LATITUDES BECOME FORMS

February 09, 2003

Decimonónico

El jueves estrenaban una obra de Sabina Berman y quise ir. No me gusta asistir a los estrenos de nada, prefiero ver la obra después, en privado, pero en el teatro sí porque me encuentro a imprevisibles amigos de infancia o de secundaria. Además, aunque también hay cierto glamour autocomplaciente en los estrenos, como en las presentaciones de discos, las premieres de cine o en las inauguraciones de exposiciones, la correspondiente arrogancia dentro del teatro resulta tan ingenua que me parece decimonónica, al menos comparada con las altivas parafernalias de la cultura más relacionada con la industria del espectáculo o los grandes mercados.

Llamé a Iona para que me invitará, pero me dijo que no pensaba ir porque no andaba de humor para asistir a un estreno tan farandulesco donde iban a estar las televisoras y todas aquellas luminarias que, como insectos en la oscuridad, revolotean en torno a los reflectores (o a la inversa). Iona es directora de teatro así que está enterada de lo que pasa en su medio. Me explicó que en el reparto de Sabina están los hermanos Bichir, ahora refulgentes actores de TV Azteca, por lo que incluso hasta habría desplegada una alfombra roja en el Teatro Julio Castillo. Sí, Iona tenía razones convincentes para no ir. Hay dos cosas que me remiten detestable y vertiginosamente a un ambiente de trabajo, la primera son las pizzas (lo que siempre se come en los back stages). La segunda cosa son las premieres.

El viernes me llamó “M” para invitarme a una reunión. Nunca sale con su esposo, así que cuando le dan ganas de pasear, me llama. Evidentemente no pedí detalles sobre la pequeña reunión a la que me llevaría, pero resultó una fiesta de cumpleaños en un diminuto departamento en el lugar más HIP de la inmensa metrópoli, la gentrificada Condesa. El ahora remodelado departamento del siglo XIX estaba repleto de SHINY HAPPY PEOPLE, con meseros vestidos de pingüinos y…¡hasta un fotógrafo de sociales!

Omito nombres. Se trataba de la clásica fauna de managers de actores, modelos, exnovias de luminarias, agentes de modelos, actrices, dealers de arte, etc. Epígonos de Andy Warhol o émulos de las fiestas neoyorquinas que Woody Allen retrata en sus películas, aunque sin sentido del humor ni capacidad autoparódica. Supongo que fue como un microcosmos de la premier que quise evitar el jueves. Imposible negarlo, tal es el medio dentro del cual se mueve mi amiga “M”, por más que ella se comporte siempre de manera opuesta a la gente de ese ambiente acartonado. Sí, lo raro es que “M” es relajada y natural.

Pero la noche del Sábado finalmente fui con Iona a ver la obra “Extras” de Sabina, que en inglés se llama “Stones in his pockets”, de Marie Jones. Excelente adaptación de una comedia light de esta autora irlandesa. Los Bichir bastante sueltos y encantadores. Por lo demás, el inmenso teatro estaba lleno, cosa insólita para las puestas en escena de calidad. Por lo visto el llamado “teatro de autor” (para diferenciarlo del teatro comercial de Televisa, inspirado en Broadway), también se está “gentrificando” (caray, todavía no lo creo: ¡meseros uniformados en un desvencijado departamento de la bohemia y entrañable colonia Condesa! Si aquel barrio fue alguna vez vecindario de la burocracia porfirista, hoy la rigen los mercaderes del gran arte). Pues bien, el caso es que Sabina y su novia Isabelle contrataron un servicio de publicidad y un elenco televisivo para llenar su sala, intentando convocar a un público de TV, a la usanza de la gran industria. Es lo que llamo GENTRIFICATION de nuestra vida cultural. Si el rock y la electrónica ya se glamorizaron en esta ciudad, ahora le ha llegado el turno al teatro. Adiós a la inocencia.

La mayoría de mis amigos detestan el teatro en nombre de la modernidad del performance y del multimedia. Ni modo, yo también soy, a mi manera, decimonónico.

Posted by Pacho at February 9, 2003 10:25 AM
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