Pienso en el tremendo cinismo que se esconde en esta sociedad mediática. Todo este aparataje que hace posible que yo, un domingo cualquiera, en pijama, desde el lugar que me sirve tanto para trabajar como para jugar, desde mi más profunda intimidad supuestamente conecte no sé muy bien con qué; si con una exterioridad ajena y lejana, en el eco de unas palabras que te atraen. O por el contrario, con la construcción que recreas desde dentro de ti mismo, en una relectura de las palabras del otro, como leyendo entre líneas una cercanía imposible. No sé, después de perseguir ilusionado, el rastro de una autentica comunicación, te descubres, seco, parado. Más que desnudo, sería destripado. No sé de que manera proyectas sobre el texto del otro una imagen. No ya la imagen que el otro destila en sus textos, sino tu propia proyección, la de tus anhelos, tu propio texto se superpone al del otro. Y esto especulado en todos los sentidos posibles, es decir, que esto que siento que hago es también lo que recibo. Todo no es más que una terrible máquina de proyección, un espejo que te devuelve siempre a ti mismo, en un raro bucle, que bajo la apariencia de comunicación en tiempo real, no hace más que devolverme mi propia imagen en diferido. Y lo peor es que además esta imagen que regresa, es tu doble deformado a través de los espejos.
Posted by françois cheng at February 10, 2003 02:18 AM