Llueve en José Mármol. Por las calles baja una débil correntada que arrastra hojas y basura a su paso. Truena. Las gotas golpetean en los techos, en las plantas, en la gente que corre buscando refugio. Un perro mojado se queda dormido sobre el felpudo del porche. Relampaguea. Los limpiaparabrisas de los autos aletean furiosos como murciélagos al sol. La bocina del tren llega desde una distancia indescifrable y se pierde en la tormenta. Llueve. En el jardín flota el olor de la tierra húmeda. Es apenas un instante del verano, pero me gustaría que dure eternamente; es un equilibrio frágil entre el caos y la felicidad que quisiera preservar para cuando ya no importe nada más.
Posted by German Maggiori at February 12, 2003 05:16 PMMientras leía. Ha empezado, también, a llover.
Posted by: Pedç on February 12, 2003 05:34 PM